Cuando era niña, mi padre recogió una antigua imprenta abandonada y la trajo a casa una tarde. Él era un artista y escritor que tenía el hábito de enamorarse de herramientas desechadas, de la misma forma en que yo me obsesionaba por los perros con alguna rotura o los pájaros perdidos. Pero esta imprenta pesaba una tonelada.

Se entusiasmó con la forma en que sentía en sus manos las letras de la imprenta, divididas en trozos de caracteres de plomo. Las frases formaban como espinas dorsales ensartadas en las vértebras. Recuerdo con precisión como caían los bloques de caracteres cuando los colocaba sobre mis pequeñas manos -- entonces eran del tamaño de una palma, pero fríos; con las esquinas lo suficientemente afiladas como para pinchar la piel. Más pesados que los cubos de madera del alfabeto con los que jugaba en el piso de arriba.

Recuerdo el olor a acre de la tinta negra, y el sonido de las palmadas de mi padre al extender cada gota para formar una fina película que cubriera las amplias planchas de texto ensamblado. Los engranajes sonaban como crujidos metálicos cuando arrastraba la enorme estructura sobre la rueda que ponía la imprenta en marcha. Una rueda tan alta como mi padre, una rueda que aplastaba las planchas húmedas de acero contra el papel para formar las letras impresas.

La imprenta era una anciana rareza: un invitado gordo y confinado en casa que ocupaba dos habitaciones, junto con armarios del suelo al techo con papeles y bandejas de caracteres. Los casas no tenían PC en 1974, pero existían formas más eficaces de hablar con el mundo. Mi padre escribía en una máquina de escribir, y las letras se publicaban en libros, periódicos y revistas.

Pero las letras que salían de esta imprenta tenían una fragancia. Una personalidad que podías sentir con los dedos. Cualquiera que fueran las letras de mi padre, cuando se imprimían de esta forma tenían historia, como si las hubiera sacado de una máquina del tiempo al pasarlas a las hojas de papel de vitela en blanco extrabrillante.

Su imprenta ya ha desaparecido, junto con la máquina de escribir y la antigua casa en la que se encontraban. Pero pienso en la imprenta cuando me encorvo sobre mi ordenador portátil en un aeropuerto, pulsando la tecla “post and publish” de Blogger (http://www.blogger.com) para enviar una entrada a BoingBoing.

Pienso en esa imprenta cuando estoy medio despierta en la cama con mi PC de bolsillo y una taza de café, navegando por sitios web como Daypop (http://www.daypop.com), Blogdex, Popdex (http://www.popdex.com), o Technorati (http://www.technorati.com) para encontrar los patrones de tráfico de alguna nueva diversión digital que se abre camino esa mañana a través de cientos de otros weblogs.

Pienso en esa imprenta cuando estoy leyendo una publicación online de algún desconocido con alias al otro lado del mundo, leyendo palabras, bajando narraciones habladas en el idioma de cualquier otra persona, haciendo zoom en fotos tomadas con un teléfono-cámara unos momentos antes en Tokio, Tahití, Tijuana; donde quieran que estén.

Pienso en esa imprenta porque es bastante asombroso que dentro de la vida de un ser humano – bueno, la mía – podamos encontrar la evolución de los bloques de plomo a los weblogs. Una tecnología de publicación simple que le permite prácticamente a cualquiera, en cualquier lugar, publicar lo que quiera cuando quiera sin casi ningún coste, y que llegue inmediatamente a millones de lectores en cualquier lugar del mundo.

Sólo por el hecho de que las palabras se pueden publicar fácilmente no significa que vayan a ser leídas o merezcan ser leídas. Pero la instantánea publicación online cambia la forma de comunicarnos tan radicalmente como lo hizo la prensa cuando fue presentada por primera vez al mundo.

¿Qué son los weblogs? Sitios web actualizados regularmente que combinan una mezcla de comentario en primera persona, vínculos a webs, imágenes y nuevos clips, y presentan la mezcla en orden cronológico inverso. Algunos son diarios en solitario – diarios personales abiertos al mundo; sitios web que funcionan como reality shows televisivos de presupuesto bajísimos donde los exhibicionistas aspirantes documentan cada detalle personal de su vida diaria, desde novios hasta facturas telefónicas o lo que están desayunando. Otros blogs son como revistas colaboradoras online que presentan numerosas voces editoriales. Los blogs pueden ser producidos tan fácilmente por individuos anónimos sin ninguna experiencia profesional como por periodistas de profesión o expertos en tecnologías.

Blogger, uno de los diferentes sistemas populares de publicación “hazlo tú mismo”, presume de tener un millón de usuarios registrados. El número de weblogs recientemente acuñados continúa creciendo diariamente, propulsado por proveedores como Movable Type (http://www.movabletype.org/), Radio Userland (http://radio.userland.com/), entre otros.

Nuevos servicios para compañías como Audblog permiten a los bloggers incluir entradas de sonido en sus sitios con una llamada telefónica. Las herramientas de distribución como RSS permiten que los contenidos de un blog sean distribuidos a otros weblogs y sitios web, añadiendo capas de diversidad y un diálogo entre blogs a un ecosistema de ideas en desarrollo.

La popularidad rápidamente extendida de los teléfonos-cámaras (teléfonos móviles con cámaras digitales incorporadas y acceso a Internet) y de otras tecnologías móviles de imagen ha sembrado los géneros de blogs de sus propias palabras de moda recién acuñadas: phonecamblogs, phlogs, y fotologs, que publican imágenes capturadas apresuradamente. Mientras más teléfonos celulares se liberen con capacidades móviles de vídeo – y más usuarios de la Red tengan acceso a conexiones de banda ancha más rápidas – el boom del videoblogging no podrá estar muy lejos.

También se podría decir que los blogs evolucionan desde las páginas iniciales personales promovidas por personalidades en la Web como Justin Hall a mediados de los noventa. La moda se popularizó por compañías como Geocities y Tripod más tarde en esa década. Pero a medida que proliferaban los servicios de publicación de blogs gratuitos y regalados, también crecía el número, diversidad y sofisticación de los weblogs.

Muchos bloggers consideran 2002 como el año en que el fenómeno alcanzó su primer mayor momento de popularidad, y los blogs triunfaron en 2003 con varios hitos. Entre ellos, Google compra Pyra Software, los creadores de Blogger; AOL lanza un servicio de blogs a millones de suscriptores; y el impacto de la blogosfera en los medios de comunicación convencionales se siente con más fuerza que nunca cuando un joven iraquí llamado Salam Pax (http://www.dearraed.blogspot.com/) y un corresponsal extranjero de la CNN llamado Kevin Sites (http://www.kevinsites.net/) expresan perspectivas humanas contrastadas sobre la guerra de EEUU en Irak. Y como los candidatos ya se preparan para la campaña presidencial de 2004 de EEUU, los weblogs han surgido ahora como una herramienta más crítica que cualquiera otra usada en cualquier elección anterior de la historia.

Como su esfera de influencia continúa creciendo, hacen nuevos intentos para sacarle provecho. Ahora los profesionales en relaciones públicas de compañías tecnológicas a menudo lanzan bloggers prominentes, esperando conseguir menciones de clientes favorables en sitios con buen tráfico. Los planes de marketing de la compañía americana Dr Pepper/Seven Up de bebidas suaves fracasaron a principios de este año cuando el intento de captar bloggers para inflar el valor de una nueva bebida llamada "Raging Cow" se vio explotador – y se boicoteó.

Para la mayoría de los bloggers, los blogs son una labor realizada con amor no retribuida. Algunos blogs incluyen publicidad o “botes de propina” (sistemas de donación de efectivo online), pero el dilema de cómo ganarse la vida con los blogs está en gran medida sin resolver. Sin embargo, empresarios en serie como Jason Calacanis – en cuya revista Silicon Alley Reporter sobre economía y tecnología trabajé durante el auge de las punto-com – se lanzan a nuevas aventuras que puedan crear un tipo de subcultura de empresas pequeñas de blogs. La nueva empresa de Calacanis, con lanzamiento previsto para septiembre de 2003, proporcionará bloggers cuyos sitios cubren huecos específicos de empresa a empresa con herramientas diseñadas para permitirles ganar dinero de sus blogs. Si tiene éxito, la línea entre la publicación convencional y los blogs se volverá cada vez menos nítida.

A los bloggers y a los periodistas les encanta discutir sobre el gran impacto de imagen de los blogs – si sustituirán o no finalmente el periodismo convencional, en qué momento serán tan comunes como las direcciones de email, y si el auge de blogs con cámaras web autopublicados por adolescentes en topless es una señal de la inminente caída cultural.

No sé. Pero cuando me recuerdo de la imprenta de mi padre; cuando pienso en los lienzos que él tensaba para pintar al óleo y con cola de piel de conejo; cuando agarro trozos de papel en el que él escribía a máquina las palabras por las que será recordado, pienso esto.

Los blogs democratizan las ideas. Dan una volición casi mágica de palabras, imágenes y sonidos. Hacen que el arte esté al alcance de nuevos públicos. Nuevas voces se vuelven accesibles de una forma que no era posible antes. Y esto es algo bueno.

 

Texto originalmente publicado en el catálogo de ArtFutura 2003.