Cuando participó por primera vez en ArtFutura en
1994 (Museo Reina Sofía, Madrid), el japonés Toshio
Iwai era ya uno de los nombres más importantes en la escena
internacional del media art, y sus proyectos representaban
quizás mejor que los de cualquier otro artista el nuevo
horizonte estético que se estaba fraguando en la encrucijada
entre tecno-logía y expresión visual. Una década
más tarde, el tiempo le ha dado la razón.
Con 43 años, Iwai es ya toda una leyenda que ha mantenido
toda su vigencia -sus cola-boraciones con Ryuchi Sakamoto
y sus instalaciones para el ICC o el ZKM son clásicos
del arte interactivo- y ha influido de manera decisiva en el trabajo
de los más importantes diseñadores de interacción
y artistas de software del momento. Desde las grandes figuras
del arte digital surgidas de la cantera de John Maeda en
el MIT, hasta los creadores de videojuegos más arriesgados;
todos son de alguna u otra manera herederos del legado de Iwai.
Iwai abrió puertas a mediados de los 90 al ser el primer
artista en distribuir uno de sus proyectos a través
de la industria del videojuego. En el 2005 ha vuelto a
repetir el expe-rimento con Elektroplankton, un título
para Nintendo DS que es a partes iguales juguete musical
y pieza de arte sonoro interactivo. Relacionar sonido y
luz de maneras lúdicas e imprevisibles sigue obsesionando
a Iwai; tanto que su último proyecto es la creación
de un nuevo instrumento musical electrónico.
El Tenori-On es un panel de LEDs sonoros que se
programa manualmente y brilla a la vez que genera el sonido. Todavía
es sólo un prototipo, pero Iwai espera poder llegar a producirlo
y distribuirlo comercialmente, para que llegue a ser disfrutado
por la gente que no lo descubriría nunca si fuese una pieza
de museo, y desarrollen la clase de relación intima y cercana
que es difícil establecer con una obra de arte al uso.
Texto: José Luis de Vicente
Texto originalmente publicado en el catálogo de ArtFutura
2005.
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