"La mejor forma de predecir el futuro es inventarlo" --
Alan Kay.
La división entre las Artes y las Ciencias es un invento
netamente moderno, nacido de la especialización que Ortega
calificaba de barbarie. Leonardo era tan ingeniero como escultor,
y Newton tan político como físico y matemático.
Ambos unían en sí toda la tradición de conocimiento
sobre el mundo humano y físico.
La cultura del consumo y la industrialización del conocimiento
ha permitido a nuestros modernos científicos y literatos
delegar parte de esas funciones de conocimiento y actuación
en otros. Son las elites intelectuales enfrentadas de las que
despotricaba CP Snow en "Las dos culturas". Snow hacía
notar cómo los intelectuales literarios se habían
apropiado del término "intelectual", que de algún
modo ya no se aplicaba a Rutherford, a Bohr, a Heisenberg, a Einstein...
Si lo que hacían estos científicos no era intelectual,
¿qué era? ¿Y qué validez tenían
las afirmaciones sobre el mundo de quienes presumían de
desconocer sus reglas?
En todas las épocas ha habido lugares en los que se fraguaba
el germen del siguiente momento, el cambio de paradigma en el
modelo de pensamiento. Donde cambiaba la conversación.
La Italia del Renacimiento, la Francia de la Ilustración,
y el no-lugar distribuido donde el arte, la ciencia, la economía
y la tecnología se entremezclaban a finales del siglo XX.
El eje Berkeley-San
Francisco-Silicon Valley fue una de las sedes de esa fiesta portátil,
y Linz, con su Ars Electronica, su Festival de la Cosecha.
El recorrido Barcelona-Madrid-Sevilla ha sido otro de esos lugares
mágicos de aparición del Espíritu del Porvenir.
Durante los últimos 15 años, Art Futura ha desempeñado
un rol de relevancia en todo el proceso de generación de
lo nuevo. Las 14 ediciones de Art Futura han servido de crisol
para que la tecnología y el pensamiento pudieran hibridarse,
fundiéndose en un abrazo platónico que les reuniera
de nuevo tras el enfado de la modernidad.. En este tiempo nos
hemos podido dar cuenta de un par de cosas:
Lo primero, la tecnología conlleva también política.
En palabras de Cory Doctorow: "El tema de los últimos
veinte años ha sido la tecnología. El de los próximos
veinte es la política. Todo consiste en darse cuenta de
que los problemas realmente difíciles --la libertad de
expresión, el copyright, la legitimidad legal, las redes
sociales -- pueden tener dimensiones técnicas, pero no
son problemas técnicos. El tema de los próximos
veinte años es el uso de la tecnología par afirmar,
negar y reescribir nuestros contratos sociales: todas las visiones
grandiosas de democracia electrónica, acceso universal
al conocimiento humano y (Dios nos guarde) la Web Semántica
dependen de cambios legales y políticos, de los elementos
pegajosos y no-cuantificables del mundo. No podemos resolverlos
con tecnología: lo más que podemos esperar es usar
la tecnología para fomentar las interacciones humanas que
los resolverán."
En segundo lugar, la noosfera existe en un nivel superior, pero
no ajeno a lo material. Como dice Bruce Sterling, junto al Cave
del Ars Electronica Center hay un ordenador Silicon Graphics del
tamaño de un motor de barco, produciendo calor a la vez
que polígonos. Es una máquina industrial, fabricada
con procesos industriales, y no deja de serlo sólo porque
no tenga una chimenea gigantesca. Ese calor lo produce la electricidad,
y esa electricidad se produce con carbón y petróleo.
El petróleo genera guerras y emite CO2, y los objetos materiales
que median nuestra interacción con la información
también cambian los equilibrios del comercio, y su fabricación
también contamina. La noosfera también ha de ser
sostenible, tanto política como materialmente.
Estas dos últimas aportaciones vienen de dos escritores
de ciencia-ficción que no sólo son escritores de
ficción. Los dos escriben cada vez más sobre el
presente. Se diría que la máxima de Buckminster
Fuller "piensa globalmente y actúa localmente"
funciona no sólo en el espacio sino también en el
tiempo.
Después de todo, la mejor forma de predecir el futuro
es inventarlo.
Javier Candeira es periodista.
Texto originalmente publicado en el catálogo de ArtFutura
2004.